Guerra de clases sin sazón

El Menú (The Menu, Estados Unidos, 2022)

Por Fernando Balcázar

Antes de estrenar El Menú (The Menu, Estados Unidos, 2022), Mark Mylod se hizo de un currículum bastante respetable en el mundo de la televisión, dirigiendo episodios para series como Entourage, Game of Thrones y Succession. En esta última, estuvo a cargo de algunos de los mejores capítulos, incluyendo los finales de la segunda y tercera temporada.

Ver su nombre en los avances de la cinta, entonces, fue suficiente para decidirme a verla, a pesar de que siempre me pareció que terminaría sintiéndose como una obra de teatro mal adaptada. Lo triste es que fue así, a pesar de tratarse de un guion original.

El menú tiene como protagonista a Margo (Anya Taylor-Joy), una chica que fue invitada al lujoso restaurante Hawthorne por su pareja Tyler (Nicholas Hoult), un foodie odioso y pretencioso que está más interesado en tener la aprobación del chef Slowik (Ralph Fiennes) que en lo que le dice su invitada. Al restaurante, localizado en una isla privada, también acuden una crítica gastronómica y el editor del medio en el que escribe, un actor casi retirado y su asistente, tres amigos partícipes involucrados en negocios turbios pero lucrativos, y un matrimonio.

El Menú (The Menu, Estados Unidos, 2022)

No me parece un spoiler mencionar que las cosas no salen cómo esperaban y la lujosa experiencia culinaria se convierte en una pesadilla que empieza en la incomodidad y termina en el terror. La actitud perfeccionista y performática del chef Slowik se vuelve más perturbadora conforme va avanzando la cinta. Conforme se va desenvolviendo la cinta, se revela que las intenciones del chef no son malas porque sí, sino porque tiene un plan de venganza contra las clases altas.

Y la verdad es que el tema y la intención no están mal, pero la forma en la que la película los trata sí. Me parece que todos los problemas de la cinta se remiten al guion, pues los personajes nunca dan el salto a la tridimensionalidad y hacen que el largometraje se sienta más como un sketch y menos como un comentario sagaz e inteligente sobre la desigualdad y el resentimiento.

Las actuaciones de Fiennes y Taylor-Joy levantan un poco la peli y a sus personajes, pero no lo suficiente para que los temas que pretende tocar la peli aterricen sólidamente. El resultado final me parece más pobre de lo que debería ser, porque sí cuenta con algunos destellos interesantes. La ejecución, sin embargo, deja mucho que desear.

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