Cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia
- Dharma Delgado
- 21 mar 2022
- 3 Min. de lectura
No miren arriba (Don't look up, Estados Unidos, 2021)
Por Dharma Delgado
Ya sea coincidencia o destino, el director y comediante Adam Mckay llegó a la plataforma de Netflix directo a recordarnos que la estupidez humana nos llevará a nuestro fin.
Centrada en el intento de Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), una estudiante de posgrado en astronomía, y su profesor, Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), de informar a la población sobre el descubrimiento de la cercana llegada de un meteorito a la tierra, No miren arriba nos acerca al muy posible futuro que nos espera gracias a la era de las redes sociales y fake news.
Tras hablar con la presidenta de los Estados Unidos y ser mandados a volar, Kate y el Dr. Mindy acuden a la prensa para alertar al mundo de este evento catastrófico. En consecuencia, el país reacciona de forma idiota creando memes, convirtiendo al profesor en un sex icon, y haciendo campañas de odio hacia Kate, tachándola de loca. Durante toda la película vemos estos mismos patrones ser explotados y repetidos muchas veces, principalmente viendo su efecto progresivo en los personajes.
Creo que para este punto, la industria cinematográfica apuesta por películas con tramas políticas o sociales con demasiada frecuencia sin, en muchas ocasiones, considerar la calidad con la que cuentan estas historias. Este es un patrón que se ve clarito en las nominaciones a mejor película en los premios Oscar de este año, donde, lamentablemente, No miren arriba es aclamada meramente por cumplir con ese requisito.
Como sátira funciona, es una crítica bastante obvia. Sus referencias a situaciones y personas reales le dan a la película un sabor aún más real y motiva el cuestionamiento de la audiencia. Es una cachetada de guante blanco a la sociedad actual, diciendo las cosas al chile.
Aun así, se sabe que las películas más recientes de Adam Mckay suelen abordar temas políticos dramáticos desde una perspectiva cómica, y al menos en El vicepresidente (Vice, Estados Unidos, 2018) y La gran apuesta (The big short, Estados Unidos, 2015) lo hace de una manera muy efectiva; pero no aplica lo mismo aquí. El balance entre el humor absurdo y el drama apocalíptico carece de sentido. Es difícil reírse sin perder el drama, o enfocarse en momentos serios sin ser interrumpidos por chistes innecesarios.
Parte del mal timing humorístico de la película se debe a la edición. En primera instancia, la decisión estilística de hacer cortes abruptos y rítmicos me llamó mucho la atención; te enseñan lo que necesitas saber, va directo al grano. Pero conforme va desarrollándose la película, esa decisión perdió su justificación y llegó a afectar el hilo narrativo. Con escenas cómicas largas, repitiendo el mismo chiste una y otra vez, el director pierde nuestra atención. Por el otro lado, hay escenas que cortan a la siguiente de forma muy brusca dejándonos deseando más.
Al contar con un elenco plagado de estrellas como Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Cate Blanchett, y Timothée Chalamet, por mencionar algunos, uno esperaba personajes más profundos dignos de interpretaciones aclamadas. Pero, aunque no fue el caso, me atrevo a decir que el elenco es uno de los factores que salva a la película y mantiene a la audiencia frente a las pantallas. La mayoría de las actuaciones fueron lo suficientemente buenas para hacer de esta una película divertida para pasar el rato.
Me gustaría hacer un último énfasis en el final de la película, donde después de casi dos horas y media logré sentir profundamente el mensaje de la historia. La secuencia antes de la explosión de la tierra es conmovedora y una manera excelente para cerrar. Nos recuerda que más allá de una sátira, la película busca generar sentido humano y motivar el cambio.
Si te gustó, debes ver:
Dr. Insólito (Dr. Stragelove, Reino Unido, 1964)
Escándalo en la casa blanca (Wag the Dog, Estados Unidos, 1997)
Team America (Estados Unidos, 2004)
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